Alex
La policía llamó a Robert en abril de 2015 porque tenían en comisaría a un niño de unos dos años, malnutrido, que había sido abandonado en las calles de Entebbe. No hablaba ni una palabra, ni de inglés ni de luganda, el idioma local. Alex estaba muy asustado cuando llegó a nuestra casa, pero muy contento en los brazos de Robert y de los muchos voluntarios que nos visitaban en aquel momento.
Las aunties se hicieron cargo de él inmediatamente, centrándose en su nutrición y en su salud. Se aseguraron de que comía pequeñas cantidades de comida, en intervalos regulares a lo largo del día.
Los primeros meses Alex lloraba sin razón aparente y se ponía nervioso y se agitaba cuando otros niños intentaban jugar o hablar con él. Le llevó un tiempo adaptarse, y en aquellos días el papel de los voluntarios fue vital para él. Creó conexiones especiales que le ayudaron a ir saliendo poco a poco de ese estado de aislamiento que tenía.
Hoy Alex es feliz, un niño dulce y al que todos quieren. Es el “jefe” de los más pequeños y se relaciona con todo el mundo perfectamente. Necesita atención constante, y siempre está abrazando y dando besos a aquel que está con él.
Alex empezó a ir al colegio en febrero de 2017, y desde entonces su inglés comenzó a evolucionar a pasos agigantados y va todos los días, feliz, a la escuela.