El pasado 5 de diciembre se celebraba el Día Internacional de los Voluntarios. No se me ocurre mejor manera de agradecerles a todos los nuestros su labor, que compartir con vosotros el testimonio de Teresa, una voluntaria pamplonica de 22 años, que ha estado con nosotros los pasados meses de octubre y noviembre:
> Con octubre del 2018 empezó una aventura a la que me enfrentaba con miedos e incertidumbre, pero al mismo tiempo con muchísimas ganas e ilusión. Hasta que llegué y descubrí que a miles de kilómetros de mi casa se encontraba un hogar increíble con una familia genial, unida, luchadora, valiente y feliz, Malayaka House. Cada día allí es diferente, te sorprende, te enseña cosas nuevas, te reta, te divierte, te llena, está repleto de sonrisas y miradas felices que quieren jugar contigo, que quieren compartir y que quieren conocer aquello que hay más allá.
Yo ese primer día comencé a soñar y desde entonces, aún no he despertado. Pero este sueño es de los especiales, de los que recuerdas cada momento, cada sensación y, sobre todo, a cada una de las personas que han formado parte de él: desde la mirada del pequeño Peter, la sonrisa mañanera de Patu y los abrazos de Ishmat, hasta esa alegría que transmite Aminah, la dulzura de Hannah, el ritmo de Achin, las “buenas noches” de Mary, la sonrisa de Georgie, el corazón tan grande de Bobo…y así de cada uno de vosotros y vosotras.
Siempre me sentiré agradecida por cómo me habéis hecho sentir allí desde el principio, weebale a cada uno de los niños y niñas por darme tanto cariño y enseñarme de forma inconscente tantos valores, weebale aunties por dejarme ayudaros, weebale Robert y Bea por hacer posible que este hogar siga adelante y por supuesto, weebale a todos los voluntarios y a la gente que colabora para que esta familia crezca en un lugar en el que existen tantas dificultades.
See you soon!
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Teresa es la sobrina de Goyo, que es ex compañero mío de trabajo, padrino de nuestros niños y un tío diez. El pasado septiembre Goyo me llamó y me dijo que su sobrina estaba buscando un voluntariado para hacer, y dicho y hecho, en octubre Teresa aterrizaba en Uganda, con las maletas cargadas de ilusión.
Teresa nos ha regalado su tiempo durante dos meses, y desde el primer momento ha sido parte de nuestra familia en Uganda. Super trabajadora, siempre intentando ayudar, con su buena energía, sus ganas, su sonrisa, su inmenso cariño a los peques.. nos ha conquistado a todos el corazón. El mío el primero.
Su ejemplo es el ejemplo perfecto de voluntario de Malayaka House: viene a Uganda, conoce de primera mano todo lo que hacemos, no puede evitar enamorarse de nuestros peques, y a la vuelta a su país se hace voluntario también allí, y organiza un evento, vende artesanía, habla de Malayaka House y consigue padrinos y donaciones para nuestra niños… Y así sobrevive y crece nuestra pequeña gran familia.
Pero no solo es Teresa; como coordinadora de Malayaka House en Uganda, tengo la suerte de conocer a muchos voluntarios y voluntarias de varios países que pasan por nuestra casa de acogida, que traen con ellos todas sus ganas y su corazón. Siento el máximo respeto por cada una de estos seres humanos generosos, y creo que no hay mejor forma de convertirse en una mejor persona que donar nuestro tiempo para hacer a otros más felices, y ayudar a que la vida de aquellos que no tuvieron tanta suerte como nosotros, sea mejor.
El Dalai Lama dice: “REAL CHANGE IN THE WORLD WILL ONLY COME FROM A CHANGE OF HEART” y yo no puedo estar más de acuerdo.
Hay un sitio dentro de todos nosotros donde guardamos los recuerdos, las emociones, aquello que nos toca, nos enseña y nos hace aprender a ser mejores personas. En ese lugar guardo yo a muchos de estos voluntarios que ayudan a que Malayaka House siga siendo un oasis en Uganda, un hogar de niños felices.
¡Webalo nyo!
Auntie Bea